Seguimos con temperaturas muy altas de día como de noche y la cuestión de
recuperar se vuelve cada día más complicada.
Por suerte tengo una vecina septuagenaria muy acogedora que me invitó a cenar
en su improbable terraza de la quinta planta. Y si allí también la temperatura
ronda los treinta grados, pasar un rato en medio de tanta vegetación resulta
muy agradable.
Al día siguiente encontré algo de energía para ir caminando hacia mi instituto,
pero sin pasar por las colinas del Este.
Al atravesar el canal Saint Martin, constaté que ya no había campamento de
refugiados. En su lugar una garza estaba contemplando el agua, preparando
alguna sesión de pesca.
Luego seguí rumbo al distrito XI para explorar algunas zonas que no conozco
bien.
Curiosamente, en la calle de la Fontaine au roi, el magnífico fresco
representando las manifestaciones de mayo de 2018 ya era tapado con una pintura
gris tristona. Ya se sabe que el poder no acepta la crítica, pero no pensaba
que esta obra de arte molestaba tanto...
Luego me perdí el micro autobús de la plaza Gambetta y seguí explorando el
distrito XX, descubriendo la calle Victor Segalen y la Cité Leclaire.
El jueves hice otro recorrido por la mañana, pero el auténtico descubrimiento
del día fue la tienda de los hermanos Nordin.
Ubicada en la calle del Faubourg Saint Antoine, esta tienda propone todos los
productos necesarios para los ebanistas y todos los que pretenden restaurar o
dar los toques finales a algún objeto de madera.
El hombre que me atendió me proporcionó muchas explicaciones acerca de la
manera de obrar y cuando enseñé los productos que me había recomendado a un
profesional, tuve la confirmación que era una buena elección.
Antes de marcharme de la tienda pregunté al dependiente que formación tenía
para dar todos estos consejos y el hombre me confesó que hizo estudios de
comercio. Pero también me dijo que se había enamorado del universo de la madera
y me enseñó fotos del mueble que estaba restaurando.
Todo eso confirmó la sensación de haber encontrado un sitio precioso para todos
los proyectos que tengo.
Ese mismo día encontré la tienda de mi frutero cerrada y tuve que imaginar un
plan de supervivencia alimentaria.
Por suerte falta poco antes de mi secunda sesión de vacaciones.
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5/08/2018
Canícula (2)
Por caol el 5/08/2018, 22:40
29/07/2018
Canícula
Por caol el 29/07/2018, 22:52
Esta semana todos los parisinos tenían el mismo objetivo: sobrevivir a la
ola de calor.
Por cierto, en algunos sitios, las temperaturas de 35 grados son muy frecuentes
y la gente la pasa muy bien. Pero de momento, París no es una ciudad
acondicionada para estas situaciones y son muchos los que recuerdan la canícula
del 2003 y el pico de mortalidad que provocó.
En mi modesta casa, conseguir que la temperatura interior quede alrededor de 28
grados con 35 grados en mi balcón fue muy complicado. De día fue preciso cerrar
y tapar las ventanas, mojar las cortinas y las sábanas, tener ropa húmeda
secando y apagar todos los aparatos innecesarios. De noche tocaba regar las
macetas y la moqueta del balcón, abrir las ventanas para disfrutar de cualquier
aire fresquito, y aguantar la vida nocturna de la calle...
Aún así resultó dificilísimo dormir y recuperar del cansancio provocado por el
calor.
Yo tengo la suerte de viajar por líneas de metros climatizadas y de trabajar en
un edificio de alta calidad ambiental con aire refrigerado, y los 25 grados de
los despachos resultan muy agradables. Pero también tuve la mala idea de viajar
con algunos autobuses y no aguanté más de una estación.
Pero cuando no aguantas estas temperaturas, siempre queda la posibilidad de
visitar algunas tiendas con aire acondicionado pero eso puede resultar muy
peligroso para el presupuesto :-)
Esta ola de calor se acabó el viernes por la noche con tormenta y piedras de
granizo de un centímetro… Por suerte no lastimaron las plantas de mi
balcón.
Yo aproveché uno de estos días de mucho calor para pasear con una familia
argentina por el centro de París.
Con gusto constaté que ya acabaron la restauración de un techo de vidrio en uno
de los patios que forman parte de la galería Vivienne y ahora están restaurando
la parte superior de la gran nave.
También aprecié la evolución del gran jardín que se halla al pie de San
Eustaquio y la instalación de varios pulverizadores para refrescar a la
gente.
Y hora toca regar una vez más mi pequeña zona verde.
10/06/2018
Visita guiada
Por caol el 10/06/2018, 22:35
Hace poco, uno de los conferenciantes que sigo en internet anunció que
organizaba una visita guiada por una zona de París que se llama “la campagne à
Paris”. Sé que ya pasé por esta zona, pero como fue años atrás pensé que
merecía la pena recorrerla de nuevo con explicaciones extras. Además, me
encantan las fotos que publica este señor.
Así fue como llegué a la salida de la estación Porte de Bagnolet, en el lado
del bulevar Mortier, a las 14 y media.
Los visitantes llegaron poco a poco y al final llegamos a constituir un grupo
de veinte personas alrededor de Bruno Ballet, ingeniero agrónomo y
ecólogo.
Este señor empezó presentando los árboles de la plaza en donde estábamos, así
como varias plantas salvajes que aprovechan todos los intersticios de la
ciudad. Y después de varias digresiones, empezó a contarnos la historia de “la
campagne à Paris”.
Al principio, crearon una cooperativa obrera cuyo objetivo era proporcionar
alojamientos correctos a la población. La cooperativa compró el terreno de una
antigua cantera de yeso, en donde habían dejado todos los escombros de la
creación de la avenida Gambetta. El proyecto era construir 92 pabellones y
venderlos a crédito a sus socios, empleados o artesanos con ingresos modestos
pero constantes.
En aquel entonces, se consideraba que el pueblo, al convertirse en propietario,
dejaba de meterse con las ideas revolucionarias y empezaba a
aburguesarse.
Una primera fase de construcción fue acabada antes de la guerra de 1914 y la
urbanización fue acabada en 1928.
Al final de esta introducción pudimos enfrentar la calle del Padre Prosper
Enfantin, y su escalera que permite subir de 13 metros en apenas 40 metros,
pero lo que se ve al final de la ascensión merece la pena.
Las dos calles adoquinadas de la parte superior de la urbanización siguen las
curvas de nivel. Comunican dos filas de pabellones diseñados por varios
arquitectos, pero muy parecidos. Cada casa es separada de la calle por un
pequeño patio y casi todos los inquilinos ponen vegetación en este
espacio.
Me impresionó la cantidad y la variedad de rosas. Algunas casas van vestidas de
parra virgen. Otras lucen glicinia, madreselva, clemátide o pasiflora. Y yo me
preguntó como serán los jardines que se esconden detrás de las casas...
Algunas escaleras dejan ver partes de estos jardines y nuestro guía nos
presentó estas zonas como una estupenda reserva de biodiversidad.
Pasamos casi tres horas en esta zona y recorrimos apenas un kilómetro sin
aburrirnos.
¡Pocas veces caminé tan lentamente!
3/06/2018
Una carta del hemisferio sur
Por caol el 3/06/2018, 19:28
Hace poco me llegó una carta procedente de Buenos Aires: “Hola Caol, en
2014 nos llevaste a conocer hermosos lugares de Paris en especial los pasajes,
estaremos nuevamente en Paris en junio, nos gustaría poder realizar contigo el
recorrido que nos propongas.”
En 2014 se trataba de un paseo organizado por la asociación de los parisinos y
me alegró aprender que estos paseantes tenían ganas de probar otro recorrido.
Total, pensé que ya era hora de concebir el paseo que quiero hacer por el Este
de París. Y avisé que, si no les molestaba estrenar un recorrido, podría
proponerles algo.
Ahora llevo varios días calculando los sitios por donde quiero pasar y lo que
quiero enseñar. Pero también necesito visitar de nuevo estos lugares y
encontrar caminos para enlazarlos, y eso necesita tiempo.
Esta semana exploré la zona de la calle de Bagnolet y las callecitas que
comunica. Poco tiempo después de empezar la exploración tuve la suerte de
encontrar una reja mal cerrada al principio de la Villa Godin y aproveché la
oportunidad de visitar este rinconcito que todavía no conocía.
Seguí el estrecho pasillo y su vegetación exuberante y descubrí una sucesión de
casas de tamaño modesto, pero globalmente muy bien cuidadas. La senda apenas
tiene dos metros de ancho y 135 metros de largo. Cuenta con una pequeña
escalera para llegar a las parcelas que se hallan al pie de la muralla del
cementerio del Père Lachaise.
Me impresionaron las colecciones de rosas, así como algunas clemátides. Si la
ausencia de coches es algo muy agradable, también noté que se escucha muy bien
las charlas de los vecinos y no sé si la convivencia diaria es tan fácil. Pero
no hice preguntas y me marché de puntillas.
A continuación, pasé por la calle Lesseps y al final encontré el jardín natural
Pierre Emmanuel. Al entrar en este espacio uno tiene la sensación de caminar
por un bosque y resulta muy agradable porque se escucha el canto de varios
pájaros. Uno llega así a una parte que se parece a un prado y llega a la calle
de la Reunión.
Aquí se halla una discreta entrada del cementerio. Entré, subí las escaleras y
constaté que eso me llevaba muy cerca de la “pared de los federados”. Pero
volví a la calle de la Reunión y a la exploración del barrio.
Recorrí la calle Lignier muy bien cuidada por sus habitantes antes de seguir
rumbo a la cité Aubry y a la Villa Riberolle.
La villa Riberolle cuenta con varios talleres, más o menos transformados en
viviendas. Noté a mano derecha un grupo de jóvenes esperando delante de un
estudio de danza y varios locales de cultura alternativa.
Al salir de este sitio, seguí por la cité Aubry y descubrí un gran jardín
compartido. Desgraciadamente estaba cerrado así que decidí que ya tenía mi
cuenta de exploraciones y apunté que tengo que pasar por allí otra vez.
27/05/2018
Les “frigos”
Por caol el 27/05/2018, 20:30
Inicialmente, el edificio que los parisinos llaman “les frigos” era una
instalación industrial de la sociedad de ferrocarriles. Se trataba de una
gigantesca nevera que servía para conservar los productos alimentarios que los
trenes llevaban a París. Con el traslado del mercado alimentario desde el
centro de París hacia Rungis, este sitio ya no tenía utilidad y el edificio se
quedó abandonado durante una quincena de años.
La sociedad de ferrocarriles aceptó que una primera generación de artistas
invadiera una parte del sitio en los años 1980s. Luego delegaron la gestión de
este edificio a una sociedad inmobiliaria y en pocos días unos dos cientos
creadores y empresarios consiguieron un local.
Estos pioneros tuvieron que gastar tiempo, energía y dinero para transformar
estos espacios en talleres, pero participaron a una aventura colectiva inédita
y ahora viven en un entorno alternativo muy estimulante.
Desgraciadamente, estos inquilinos consideran que se trata de lugares de
trabajo y no se aceptan las visitas, excepto durante las jornadas puertas
abiertas a finales de mayo. Así que ayer aproveché esta apertura excepcional
para explorar por primera vez el interior de este asombroso edificio.
Nada más entrar, el primer contacto con la instalación despista el visitante.
No tenían plano de las diferentes plantas así que tuve que progresar al azar.
Total, para empezar, enfrenté las cinco plantas de la escalera B y llegué a un
pasillo que comunica varios talleres.
El primer sitio que me llamó la atención fue el taller de France Mitrofanoff.
Es un espacio relativamente grande, en donde presenta pinturas monumentales
cuyo único color es el negro. Pero también hay obras más alegres y el taller,
con su sofá central, desprende un ambiente muy apaciguador.
Luego pasé por los talleres de dos escultores que me interesaron mucho menos,
antes de bajar rumbo a la cuarta planta. Allí me gustaron los dibujos parisinos
de Guillaume, así como algunos detalles presentados en el local de una escuela
de teatro, las pinturas de Bénédicte Dussère y el universo muy gráfico de Sacha
Schwarz.
En la tercera planta, pasé un gran rato en el espacio de Paella, al artista que dibujó el cartel de
las puertas abiertas.
En la segunda planta, aprecié las pinturas de Mireille Cambau, noté varios
talleres dedicados a la producción de prendas antes de pasar un rato escuchando
un tema original de un quinteto de Jazz.
En la primera planta, aprecié el trabajo de Grazyna Temizewska, pero ya había
agotado mi capacidad de interesarme a las demás producciones artísticas.Total,
me senté un rato en la terraza del café-galería antes de abandonar este sitio a
los 6000 visitantes que suelen atraer las jornadas puertas abiertas
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