Una carta del hemisferio sur

Hace poco me llegó una carta procedente de Buenos Aires: “Hola Caol, en 2014 nos llevaste a conocer hermosos lugares de Paris en especial los pasajes, estaremos nuevamente en Paris en junio, nos gustaría poder realizar contigo el recorrido que nos propongas.”
En 2014 se trataba de un paseo organizado por la asociación de los parisinos y me alegró aprender que estos paseantes tenían ganas de probar otro recorrido. Total, pensé que ya era hora de concebir el paseo que quiero hacer por el Este de París. Y avisé que, si no les molestaba estrenar un recorrido, podría proponerles algo.
Ahora llevo varios días calculando los sitios por donde quiero pasar y lo que quiero enseñar. Pero también necesito visitar de nuevo estos lugares y encontrar caminos para enlazarlos, y eso necesita tiempo.

Esta semana exploré la zona de la calle de Bagnolet y las callecitas que comunica. Poco tiempo después de empezar la exploración tuve la suerte de encontrar una reja mal cerrada al principio de la Villa Godin y aproveché la oportunidad de visitar este rinconcito que todavía no conocía.

Seguí el estrecho pasillo y su vegetación exuberante y descubrí una sucesión de casas de tamaño modesto, pero globalmente muy bien cuidadas. La senda apenas tiene dos metros de ancho y 135 metros de largo. Cuenta con una pequeña escalera para llegar a las parcelas que se hallan al pie de la muralla del cementerio del Père Lachaise.
Me impresionaron las colecciones de rosas, así como algunas clemátides. Si la ausencia de coches es algo muy agradable, también noté que se escucha muy bien las charlas de los vecinos y no sé si la convivencia diaria es tan fácil. Pero no hice preguntas y me marché de puntillas.

A continuación, pasé por la calle Lesseps y al final encontré el jardín natural Pierre Emmanuel. Al entrar en este espacio uno tiene la sensación de caminar por un bosque y resulta muy agradable porque se escucha el canto de varios pájaros. Uno llega así a una parte que se parece a un prado y llega a la calle de la Reunión.

Aquí se halla una discreta entrada del cementerio. Entré, subí las escaleras y constaté que eso me llevaba muy cerca de la “pared de los federados”. Pero volví a la calle de la Reunión y a la exploración del barrio.

Recorrí la calle Lignier muy bien cuidada por sus habitantes antes de seguir rumbo a la cité Aubry y a la Villa Riberolle.
La villa Riberolle cuenta con varios talleres, más o menos transformados en viviendas. Noté a mano derecha un grupo de jóvenes esperando delante de un estudio de danza y varios locales de cultura alternativa.
Al salir de este sitio, seguí por la cité Aubry y descubrí un gran jardín compartido. Desgraciadamente estaba cerrado así que decidí que ya tenía mi cuenta de exploraciones y apunté que tengo que pasar por allí otra vez.

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