Una historia de paraguas…

Por su régimen de lluvias, París forma parte de las ciudades en donde merece la pena tener un paraguas.

Yo tenía un paraguas pagoda verde anís comprado en Aurillac, capital francesa del paraguas. Desgraciadamente este objeto quiso bajar solo la escalera y, al llegar a la planta baja, tenía varias «heridas». Total, tras unos días de reflexión, lo llevé a la tienda de reparación de paraguas que había descubierto por casualidad, al pasar por el muy discreto pasaje del ancla.

Llevaba siglos con las ganas de visitar esta tienda así que escudriñé los horarios publicados en la red y el jueves fue cuando me marché corriendo de la oficina para llevar mi paraguas herido allí.

Cuando llegué, constaté que la puerta de la tienda estaba cerrada, pero también había un cartelito indicando que el dueño estaba en su taller e invitando a tocar el timbre. Llamé y efectivamente el dueño apareció poco después.

Nada más entrar le presenté el gran herido y esperé el diagnóstico con algo de angustia.
El hombre empezó a examinar mi paraguas y tras un primer vistazo, me anunció que podría repararlo. Luego chequeó varios detalles para hacer el presupuesto y el precio resultó bastante razonable para quedar dentro de mis posibilidades.
Pero este hombre tiene muchos clientes y el plazo de reparación alcanza casi un mes.
Total empecé a mirar los paraguas expuestos en la tienda…

El primero que me llamó la atención fue un modelo rosa tirio, perfecto para alegrar las calles parisinas. Me parecía interesante cuando el dueño me enseñó los ribetes adornando las costuras exteriormente. Casi no se notaban así que miré otro modelo.
Tela perlada, parecida a seda con motivos evocando la Provenza… Un modelo muy bonito pero difícil de combinar con cualquier trapo.
El siguiente tenía una parte central de lunares, un parte exterior de rayas y una cinta de encaje entre los dos. Muy bonito pero totalmente incompatible con el contenido de mis armarios.

Al final escogí la combinación de una tela color ciruela con ribetes rojo, rosa y naranja. Pero el hombre también me enseñó algunos modelos que había fabricado en su taller y pude admirar varias maravillas. Pero tampoco quise abusar de su paciencia y sé que podré examinar otros modelos cuando vuelva para recuperar el «herido».

Ya tuve varias oportunidades de estrenar mi nuevo paraguas ciruela y recomiendo esta tienda a todos los que aprecian el trabajo de los auténticos artesanos 🙂

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