Santa semana…

X°Entre dos sesiones de embrutecimiento laboral, conseguí disfrutar unos momentos más agradables.

Me invitaron a un preestreno de cine en la zona de la Ópera y, al salir de la sala, caminé tranquilamente rumbo a la puerta de Saint Denis. Este paseo me dio la oportunidad de recorrer lo que los parisinos llaman grandes bulevares y constaté que en esta zona se desarolló toda una vidilla alrededor de algunos cafés de cadenas internacionales.
No me interesan estos sitios estandares así que seguí caminando rumbo a la calle del Faubourg Saint-Denis y los sitios de la comunidad turca. Total pude disfrutar de una terraza a salvo del tráfico automóvil y pagar el justo precio para mi descafeinado.

Tras este episodio nocturno, pude dedicarme a la preocupación de temporada: florecer ventanas y balcones. Por cierto, no tengo dones particulares en este campo y el florista de la esquina se quedó bastante perplejo cuando le confié mi planta indestructible para regalarle una maceta más confortable.

Los parisinos cuidan cada día más plantaciones y como no usan pesticidas, las abejas abandonaron el campo para instalarse en la capital y dicen que la miel resultante es riquísima.
De momento mis plantaciones no son muy acogedoras pero no desespero 🙂

También de temporada son estos mercadillos en donde la gente vende las viejas prendas que ya no sirven. Este domingo visité la instalación que se estiraba en el bulevar Saint Martin. Pero había demasiada gente para escudriñar los tenderetes…

Por la noche, la zona de las abadesas parecía algo dormida pero es que muchos parisinos aprovechan el lunes festivo para marcharse de la ciudad.

Yo hice un gran viaje hacia las afueras de París, a quince minutos de la estación Saint Lazare. Antes de salir, constaté que una gran parte de la estación fue transformada en centro comercial con 80 tiendas. Luego el tren me dejó en una zona de construcciones bajas y descubrí la casita con jardincito de mi anfitriona.
El sitio tenía encanto y uno casi puede tener la tentación de instalarse en una zona de este tipo. Pero a la hora de volver a casa, la inquietud de perder el último tren te quita estas ideas.
Con gusto volví a mi refugio, más pequeño pero más cerca de todo :-))))

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